Hay un banco en un callejón a dos manzanas de aquí. He estado allí sentado alguna noche que he salido a pasear. En la pared de enfrente hay dos ventanucos al nivel del suelo por los que se puede ver la casa del sótano. El banco sirve de excusa para pararse a mirar sin reparo cómo se desenvuelve la vida en el interior.
El aire sigue helado. Las manos y la cara me duelen por el frío mientras el cuerpo me suda bajo la ropa y el chaquetón. Camino a paso ligero. El banco sigue en su sitio y tras las ventanas la luz está hoy encendida. Es la única luz en toda la calle.
La abuela está en su butaca como otras veces con un libro en las manos, aunque no lo lee. Parece hablar a alguien en la la otra habitación. En seguida aparece Cécile, que debe ser su nieta. Oí a la abuela un día gritar su nombre y desde entonces sé que se llama Cécile. Después de Marianne, Cécile es la persona a la que mejor conozco aquí en París. Ella a mí no me conoce, pero a mí me gusta venir a verla y saber cómo le va.
No sé mucho sobre ella, pero no lo necesito. Imagino los detalles y cuando me entero de algo sobre su vida me siento mal. Como molesto. Es como si la realidad me la robara. Me recuerda mucho a Sofía. Creo que por eso vuelvo aquí de vez en cuando desde la primera vez que la vi. Por eso y porque aquí puedo verla sin ser visto.
Pronto irá a su cuarto a acostarse. Podré verla desde el banco de al lado por la otra ventana. Como la primera noche. Se acercará a la ventana para echar la cortina, pero esta vez no pegaré ningún respingo cuando me mire. Ahora sé muy bien que no puede verme: allí hay luz y aquí está oscuro. Imagino exactamente lo que ve. El reflejo de su habitación: la puerta, la parte superior de su armario, la lámpara del techo y su mano repetida agarrando la cortina repetida.
Una noche de luna, si la luna está alta y alumbra el callejón, ella podría llegar a verme. Pero lo tengo presente y no me quedaría aquí en una noche así. Mientras tanto sé perfectamente lo que ella ve en cada momento. Quizás por eso me recuerda todavía más a Sofía.
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