No, no he roto mi propósito de dejar de escribir poemas. Éste que os pongo aquí lo escribí hace casi tres años. Concretamente el 13 de Julio de 2007. Curiosamente es el último de un cuaderno con un par de cientos de páginas escritas con poemas (algunos a medias, otros repetidos con variaciones…) y tras el cual se quedó en blanco el último centenar de páginas. Tiene mucho que ver con el nombre de este blog y hoy, que me mudo de la casa en la que vivo desde hace veinte años, vuelve a ser actual y adquiere otro sentido más. Se llama
mudanza
Ninguno de ellos puede ver las bocas
que pueblan las paredes de esta casa.
No oyen, no, no oyen
el centenar de bocas
que cubre cada palmo
bajo el papel que arrancan
rollo a rollo.
la suma de murmullos
que ensordece el cerebro
igual que un rompeolas que agoniza
bufando y escupiendo.
pero yo no escuchaba,
y me hablan y me afeitan
las cejas, la cabeza, …
y me desatornillan las orejas
y me sientan
y meten mis dos brazos en dos cajas
y tiran más y más, hasta arrancarlo,
del nudo que apretaba ya mi voz.
las huellas de mi mano.
No ven que ahí lloré,
no ven dos caras juntas,
temblorosas
ni la silueta que dejó la risa.
No pueden ver la sal
ahogada en mi botella.
«arriba», «abajo», «frágil» y repiten:
-«sus tripas, sus arterias,
los poros de su piel,
¿Los quiere o los tiramos?»
Y miro hacia otro lado y les respondo:
-«Los tiran, sí, los tiran…
no sirven para nada».