Vi a Don Luís, en la misma calle en la que estábamos, subiéndose a su coche, que estaba aparcado no muy lejos detrás de nosotros. Un auto azul con los cristales muy limpios, tanto que parecían nuevos, pero con un intermitente roto y una pegatina verde en el parabrisas. Me pregunté por qué Carlota no iría con él, pero pensé que era lógico que si él se quedaba hasta muy tarde en el colegio, ella se fuera antes con su madre. Así de simple, ésa fue la primera parte.
La segunda mitad del suceso no se hizo esperar. Cuando apenas quedaba un minuto para llegar a nuestra casa (más…)