Las tripas con su gruñido,
el sueño que nos bosteza,
un reloj recordándonos sumiso
la lista de las cosas por hacer,
las máquinas de la casa,
cada una con su pitido,
pidiéndonos atenciones,
llamadas,
los miembros de la familia,
cada uno desde su isla,
radiando los pormenores
de su propio tifón.
Y el alma,
con un susurro
ahogado día tras día bajo el bullicio,
espera su turno pidiendo
silencio, soledad y sol,
silencio, soledad y sol.
Deja un comentario